Unionistas de Salamanca: el club que hizo de su césped una trinchera contra el fútbol negocio

¿Qué ocurre cuando el sueño deportivo de un club pequeño, autogestionado y adalid del fútbol popular, se topa con la burocracia y la normativa? Unionistas de Salamanca lo vivió en sus propias carnes.
Un sueño convertido en pesadilla
Hay gestas que, lejos de traer la felicidad, se convierten en el anticipo de grandes problemas. Rodrigo Cortés, cineasta gallego afincado en Salamanca, plasmó esta paradoja de forma brillante en su ópera prima El Concursante. En ella, Leonardo Sbaraglia interpreta a un hombre que gana un premio en un concurso televisivo, pero ese sueño cumplido se transforma, casi de inmediato, en una pesadilla burocrática, fiscal y existencial. Unionistas de Salamanca vivió, en el verano de 2022, una historia similar.
Unionistas de Salamanca, después de una temporada en la que rozó la épica, peleando hasta la última jornada por clasificarse para participar en las eliminatorias para ascender a Segunda División, se encontró con el sabor agridulce de una victoria en Riazor ante el RC Deportivo de la Coruña. Aquel triunfo, que dejó la mieles del playoff a un punto de distancia, significó el despertar de un sueño que había sorprendido a propios y extraños que le había llevado a liderar la categoría en el primer tramo de la temporada. Sin embargo, al igual que el protagonista de “El concursante” que veía como su premio millonario se convertía en una carga, el éxito deportivo traería consigo un inesperado desafío ante un rival implacable: la burocracia.
Con la temporada finalizada y la clasificación para la Copa del Rey asegurada, las dudas acerca del futuro del proyecto comenzaron a sobrevolar a orillas del Tormes. En una campaña en la que la afición de Unionistas de Salamanca pudo, tras la pandemia, estrenar su nueva casa, el estadio Reina Sofía, dejando atrás las precarias instalaciones de Las Pistas, esta mudanza que pretendía ser una palanca de impulso para el proyecto iba a convertirse en una losa.
La norma inflexible de la RFEF
La Real Federación Española de Fútbol (RFEF) había llevado a cabo un proceso de reestructuración del fútbol amateur creando la Primera Federación, categoría que reducía a cuarenta equipos divididos en dos grupos, la anterior Segunda División B formada por un total de ochenta equipos repartidos en cuatro grupos, en un interno de profesionalización y modernización de la categoría. Entre las medidas a adoptar por los equipos que quisieran formar parte de la categoría, amén de carácter económico como un presupuesto mínimo de 1,5 millones de euros, está la obligación de disputar los encuentros en estadios de un aforo mínimo de 4.000 espectadores, una iluminación suficiente y jugarse sobre césped natural.
La RFEF exige el desarrollo de los partidos en césped natural esgrimiendo varias razones. Una es garantizar la uniformidad de la competición con el objetivo de ofrecer un espectáculo más atractivo e interesante para el público que acude al estadio como para quienes lo ven a través de la televisión. El impulso que la RFEF pretende dar a la competición convirtiéndola en una competición más atractiva va a convertirse en un problema para muchos equipos. Unionistas de Salamanca será uno de ellos
El recién remodelado campo municipal Reina Sofía de Salamanca se va convertír en una hipoteca inasumible. La ilusión desbordante de estrenar una nueva casa se desvanece rápidamente. Nueve meses ha durado la alegría y los planes de futuro. La realidad del presente golpean con dureza al proyecto de Unionistas. El césped artificial donde han estado disputando sus partidos hasta ahora debe ser reemplazado si se quiere seguir compitiendo en una categoría, Primera Federación, en la que se ha ganado el puesto por méritos deportivos. Apenas cuenta con tres meses para reemplazar el césped, de lo contrario, el equipo descenderá de forma automática de categoría.
La herencia envenenada del Reina Sofía
Las primeras miradas para resolver el problema del césped se dirigen hacia el ayuntamiento de Salamanca. El Reina Sofía es una instalación municipal por lo que es competencia del consistorio las decisiones acerca de la misma. Sin embargo, rápidamente el alcalde Carlos García Carbayo y la corporación municipal se desmarcan del problema. El consistorio no va a realizar ningún cambio de césped a cargo de las arcas municipales en unas instalaciones recientemente remodeladas en donde la inversión realizada no ha sido amortizada. Si el equipo blanquinegro quiere disputar sus encuentros en césped natural, su antiguo campo, también municipal, Las Pistas, disponen de esta superficie para la disputa de los partidos pese a que tampoco cumplen con los demás requisitos de iluminación o aforo. El consistorio acaba de realizar la reforma del estadio además de considerar que el césped aún no ha sido amortizado ya que apenas lleva instalado tres años y, hasta la campaña anterior, solo había sido utilizado por el equipo más antiguo de la ciudad: Real Salamanca Monterrey. Unionistas de Salamanca se encuentra, como Leonardo Sbaraglia en El Concursante en un callejón sin salida.
El Reina Sofía había sido durante décadas un campo de tierra con una grada modesta, hogar de clubes humildes de la ciudad a esta orilla del Tormes como el Monterrey y, anteriormente, la Trastormesina. Con el paso del tiempo, como ha ocurrido en otras tantas ciudades, los terrenos de barro fueron sustituidos por césped artificial. Una imagen más limpia, mayor durabilidad y costes de mantenimiento mucho más bajos fueron las razones por las que los ayuntamientos se lanzaran a realizar estas remodelaciones durante la pasada década. Sin embargo, este tipo de superficie, tiene los días contados: una nueva reglamentación europea obliga a su retirada antes de 2031 debido a su alto impacto ambiental a causa del caucho utilizado como material y el impacto sobre posibles efectos sobre la salud debido a la presencia de metales pesados como zinc, plomo o cadmio.
Este cambio estructural en los campos municipales de fútbol representa, no solo un cambio visual en la fisonomía de las ciudades, sino también representa toda una transformación en los modelos del fútbol base y aficionado. Se pasa del fútbol de barro al fútbol del tiki tika, de la brega y el esfuerzo al pase exquisito y el fútbol de academia. Un fútbol más publico, pero también más excluyente. Si antes bastaban muchas ganas de jugar y un par de botas, ahora además de estas hay que disponer de una media de 300 euros anuales para saltar al campo.
Las instalaciones del campo de Reina Sofía, desde su inauguración, han venido siendo utilizadas por el equipo de Monterrey y, anteriormente, por el ya desaparecido equipo de la Trastormesina. Un campo de tierra con una grada techada y de tierra, donde desde décadas atrás han desfilado equipos modestos de la ciudad y jóvenes que han vivido la experiencia de jugar en un terreno de juego con las medidas del Santiago Bernabéu. En Salamanca, como en todas las ciudades, en la última década se ha vivido una reconversión de los terrenos de juego siendo suplantados los viejos campos de tierra y barro por la más lustrosa hierba artificial. Hay que fomentar el tiki taka, el fútbol academicista y de escuela en sustitución del fútbol del patapum parriba y de la pillería. Ahora es fútbol de clase y clasista desde la base. Si quieres jugar bien al fútbol, lo pagas a razón, de media, de trescientos euros anuales que solicitan como cuota los equipos de la base en Salamanca.
Entrado el mes de mayo de 2022, Unionistas de Salamanca se encuentra en una situación límite. El ayuntamiento se ha hecho definitivamente a un lado por lo que es necesario conseguir 300.000 euros antes de agosto para poder sustituir el césped y mantener la categoría. Cómo conseguirlos es el desafío nunca visto que tiene por delante. La solución más factible está en recurrir a un crédito bancario pero hacerlo va en contra de uno de los principios fundamentales del club: deuda cero. La situacion es desesperada. La directuiva en bloque se plantea dimitir, los empleados del club comienzan a buscar alternativas laborales y los aficionados se ven diez años después, viendo que el club que quieren y un proyecto en el que se han volcado está cerca de desaparecer. El modelo de autogestión, tan celebrado y alabado por su independencia, se tambalea sin nadie que le tienda una mano para sostenerlo.
Una asamblea histórica
En este contexto, el 21 de mayo de 2022, es convocada una asamblea extraordinario en el anfiteatro del centro municipal que toma el nombre de Julián Sánchez “El Charro”, guerrillero local clave en la guerra de la independencia. Como siempre de Unionistas, cada socio contaba con su derecho a voto. La directiva expone el acuerdo al que ha llego con el Ayuntamiento de Salamanca. Después de días de continuas negociaciones y mucha tensión enter las partes el equipo de CArlos García Carbayo ofrece una vía de escape: el ayuntamiento se compromete a aceptar el cambio de la superficie si es Unionistas quien se encarga de costear tanto la obra como su mantenimiento. A cambio, Unionistas dispondría del uso exclusivo del estadio durante los próximos años, haciéndo a su vez cargo de las tareas de limpieza y mejora de las instalaciones mediante la instalación d nuevos baños, sala de prensa, palcos y bares. La propuesta obliga a romper otro tabú: recurrir a un fórmula de financiación inédita hasta la fecha.
La directiva presenta una idea audaz, propia de un club que tira de ingenio para sobrevivir y con un lema Ad astra per aspera que es el fiel reflejo del día a día del club. La propuesta es permitir que los socios paguen sus cuotas con antelación. Quien lo desee, puede hacerse socio para las próximos cinco o diez años, abonando en un solo pago 1.500 o 3.000 euros respectivamente. Una apuesta arriesgada a la que suma la opción de realizar donaciones voluntarias. El proceso de recaudación durará tres semanas. Si no se alcanza el objetivo de los 300.000 euros, el club se verá obligado a endeudarse, incumpliendo sus propios estatutos y principios. Una línea roja que nadie quiere cruzar pero que parece irremediable.A regañadientes, enrabietados sabiendo que no hay más opciones posibles, los socios aceptan. No hay alternativa.
Milagro blanquinegro
En apenas cuatro días,se recaudó la cifra necesaria. cuatro días. La respuesta fue unánime, emocionante, contagiosa. Socios, simpatizantes y amantes del fútbol popular repartidos por toda España se volcaron con la iniciativa de Unionistas de Salamanca. fueron muchos los que quisieron apoyar, con su granito de arena, que la llama de este foco de resistencia ante el fútbol negocio siguiera prendida. No sólo se alcanzó la meta, sino que se superó con creces. Con el excedente, el club se comprometió a poner en marcha proyectos sociales que favoreciesen la integración de colectivos vulnerables en sus escuelas de fútbol o con la creación del equipo inclusivo Genuine para personas con discapacidad.
El milagro se había consumado. Un pequeño club como Unionistas de Salamanca, al igual que en la película El Concursante, pese a verse sobrepasado por el sistema burocrático y de fútbol negocio encuentra una solución: otro fútbol y modelo de gestión es posible, Se puede derrotar a la desesperanza con empeño, ilusión y solidaridad. Unionistas de Salamanca consiguió tras este episodio no sólo continuar en la competición contando con con césped natural en el Reina Sofía. Unionistas de Salamanca salió más fuerte, más unido y más fiel a su esencia que nunca. Lo que parecía una pesadilla de la que no se podía escapar y ponía en duda los cimientos sobre los que se había forjado el proyecto acabó con un golpe sobre la mesa ganándose la admiración de propios y extraños. Una nueva gesta, esta vez que quedará para siempre en la memoria del club, de Salamanca y del fútbol popular, ensalzando la forma de actuar de un club que se niega a seguir los dictados del fútbol moderno… y, sin embargo, sigue escribiendo las suyas.